El Cinco Copas

Recargado en el tronco del árbol que le daba sombra, Antonio “La Tota” Carbajal, una de las leyendas del futbol mexicano, recordó sus Cinco Copas, luego de entrenar a sus muchachos de la tercera división del Unión de Curtidores, en el campo Flexi, de la ciudad de León, Guanajuato.

Antonio Carbajal - “La Tota”, bonito apodo...
EB - Pero ¿le gusta también el otro, no?
AC- Claro, me gusta también “El cinco copas”, porque hace honor a lo que representé a México. Jugar cinco mundiales es mucho, es una preparación constante. Una superación, igualmente dura. Y deseos de ser alguien, muchos deseos.
EB- ¿Cuándo representó a México por primera vez en una competencia internacional?
AC- Me tocó representar a México en la Olimpiada de Londres. De cierto modo fue muy triste, porque esto fue en 1948; jugamos contra Corea y perdimos cinco a tres.
EB- Platíqueme sobre su primera copa.
AC- Cuando terminó mi carrera con el España, en 1950, me seleccionaron para ir al mundial de Brasil. Yo no era el portero titular, el portero titular era un extraordinario arquero, Raúl Córdoba. Pero me tocó en suerte que vinieron aquellos partidos que había hace tiempo, eran extraordinarios, venían los mejores equipos de futbol del mundo. Y eran Pentagonales y Hexagonales, en su época famosísimos, ahora eso ya desapareció. Y jugando contra esos equipos a él (a Córdoba) le fue mal y a mi me fue bien.
Y llegamos a Brasil y me dice el entrenador nacional, Octavio Vial: tu vas a tapar. Claro, que me dio un gusto tremendo.
A mí siempre me gustó enfrentarme a los gallones. Con los equipos chicos, los modestos, como que no me daban ganas de jugar; pero con los gallones me crecía, me encantaba. ¡Quienes son estos! Siempre me metían goles, verdad, jajajajajaja. Pero, bueno, me gustaba y así fue como inauguramos el Maracaná. Doscientos mil espectadores, gritando ¡Brasil, Brasil!, con la algarabía que hacen gala ellos. “Brasil, brasil”, y yo por mi fuero interno gritando ¡México y México”, hasta que Ademir me metió el primer gol y después vinieron tres goles más, quedamos cuatro cero.
Vienen los siguientes partidos contra Yugoslavia y Suiza, y para variar perdimos.
Me sirvió el que me hayan metido goles porque dije: si me meten tanto gol, quiere decir que no estoy a la altura, y trabajé mucho para corregirme, a mi siempre me gustó trabajar mucho, exageradamente, sabía que era por mi bien. Desde luego que agradecido con los porteros de mi época porque ellos querían ser y yo también quería ser.
EB- ¿Qué pasó al regreso de ese Mundial?
AC- Viene el campeonato nacional ya de aquí, y con el León salimos campeones. Se presentan las eliminatorias previas a cada campeonato del mundo y nuevamente fui seleccionado. Y así, sucesivamente, seguí jugando con el León. Me salieron oportunidades, incluso cuando el señor Antonio López Herranz, que en paz descanse, me invitaba para ir a jugar al Real Madrid y no quise. He sido bueno o quizás tonto porque dije, si México me ha dado la oportunidad de defenderlo, de ir a un Mundial, de ir a una Olimpiada, pues le voy a dar mi futbol a México y me quede, no fui.
EB - Y vaya que le dio su futbol a México, lo defendió en cuatro copas del mundo más.
AC - Vino el Campeonato de Suiza, luego Suecia, luego Chile y luego Inglaterra, en ese orden. Cada uno tiene su historia, su momento amargo y su momento de felicidad. Pero de todos y cada uno guardo muy gratos recuerdos, los compañeros que tuve en esas selecciones siempre tuve muy buenas relaciones con todos. En nuestra época era divino jugar. Llegabas con un entusiasmo desmedido a la concentración. Te ibas en camión de León al DF, como los muchachos de Guadalajara se iban en autobús. No pretendíamos más que poder jugar y ganar. Nunca exigimos hotel cinco estrellas, ni vuelos charter; nunca hablábamos de premios, nunca hablábamos de nada. Queríamos jugar y defender a México. Si tu quieres locos, bohemios pero lo vivíamos muy intensamente y eso nos dejó muchas satisfacciones. Hasta la fecha nos da un gusto tremendo, aunque las comparaciones son odiosas, decir, ¡oye! mira todo lo que les pagan y están igual o peor que nosotros.
Nos decía el señor Manuel Seyde –periodista del diario Excélsior-, que en paz descanse, de no muy gratos recuerdos, los ratoncitos verdes. Así nos puso y me daba coraje, me daba mucho coraje. Quizás haya tenido razón, pero nunca pensó que con que nos defendíamos, ¿con qué?.
EB - ¿Cuáles son su momentos mas gratos y amargos de las cinco copas?
AC - Paradójicamente se dieron en Chile 1962. El mismo porque obtuvimos ahí el primer triunfo en un Mundial contra Checoslovaquia, que fue subcampeón del mundo. Ahí tengo un record personal. Creo que soy el portero que mas rápido le han metido un gol en mundiales, creo que me lo metieron a los 15 segundos. Y sin embargo ese marcador lo superamos y le ganamos, tres a uno, al que sería el subcampeón mundial. Nos tocó Brasil, España y Checoslovaquia. Brasil campeón, Checoslovaquia subcampeón y España, que ya sobre el tiempo, pasado el minuto 91, me hace el gol Peiró, en una descolgada que hizo Gento desde su área. Fuimos muy noblotes, fuimos muy inocentes; Raúl Cárdenas lo pudo haber jaloneado, Chucho del Muro también. Manda el centro Gento, le grito al Gallo Jáuregui que la dejara. En su desesperación trata de despejar y se la deja a Peiró en los pies y me fusiló casi en los límites del área chica. El mérito de ellos fue que desde su área vinieron acompañando la jugada.
Ahí, en Chile, fui designado junto con Schoroif (arquero checoslovaco), como uno de los mejores porteros del mundial.
Y, obvio, también de gratos recuerdos y no con amargura, fue cuando me despedí en Inglaterra 1966. Jugué contra Uruguay, jugué en Wembley, en una Copa del Mundo. Uruguay había sido campeón en épocas pasadas, y en ese partido me fui sin que me anotaran gol y dije: señor, gracias. Y me fui. Mis decisiones han sido muy drásticas, se acabó y se acabó. Hice lo que pude, puse mi máximo esfuerzo, punto, así.
Entonces eran otras épocas y si Dios me diera la oportunidad de reencarnar, volvería a ser lo mismo, volvería ser el mismo portero, volvería a tener la misma ilusión de ir a mundiales, volvería a entregarme por mi causa y aunque me invitaran a jugar a donde fuera daría todo por México que fue el que me ayudo a ser alguien, que fue el que me brindó la oportunidad de defenderlo y de conocer el mundo.

El primer equipo del D.F.

El primer equipo de futbol que se fundó en la ciudad de México fue el Reforma Athletic Club, en el lejano año de 1901. Este equipo nació en las entrañas de un club fundado por emigrantes. El 20 de marzo de 1894 la comunidad británica establecida en México formó una institución recreativa y social en donde se practicaban los deportes favoritos del Reino Unido: el polo, el golf, el tenis y el cricket.

Pero también habían trazado un rectángulo en donde 22 hombres disputaban una batalla en torno a un balón.

Las instalaciones del Reforma estuvieron a un lado del majestuoso castillo de Chapultepec (en los terrenos que hoy ocupa el Club Chapultepec). Cuando el Reforma ya contaba con una oncena sólida, aceptó el reto del equipo pionero del futbol mexicano, el Pachuca Athletic Club.

Y en 1902 participó en el primer torneo organizado en México en donde enfrentó, por supuesto al Pachuca, al Orizaba, que a la postre fue el primer campeón del Futbol mexicano, al Britsh Club y al Mexico Cricket Club.
Los partidos arrancaron el 19 de julio y a una sola vuelta el Reforma jugó cuatro juegos de los que ganó dos y empató dos. Fue el mejor equipo al ataque con 11 goles anotados mientras que su defensa permitió cinco tantos.

Esta actuación le valió para conquistar el subcampeonato de la competencia. Estos son los legendarios hombres del primer Reforma: Bourchier, Lacaud, P.C. Clifford, Turner, Tope (árbitro).
C.M. Butlin, Johnston, White, P.M. Bennet, Barclay, G.D. Gibson.
Warley, W. Hogg, Robert J. Blackmore.

Al escuchar el nombre de este último jugador, es obligado hacer un paréntesis. Se asegura que fue Robert J. Blackmore quien trajo a México las primeras reglas de Futbol y los primeros balones reglamentarios.

Al año siguiente, en 1903, el torneo se jugó a doble vuelta y el Reforma volvió a quedar abajo del campeón. En este equipo sólo dos jugadores no eran ingleses pero tampoco mexicanos. Julio Lacaud y Vicente Etchegaray.

Ambos eran franceses, Etchegaray, era de la región vasca. Por cierto, años más tarde, Lacaud sería un excelente árbitro que aportó orden y disciplina a las competencias mexicanas. Además, Lacaud formó parte de las primeras selecciones de tenis de nuestro país y llegó a disputar series de Copa Davis.

Para el torneo correspondiente a 1904-1905 el Reforma quedó a la mitad de la tabla. Pero de inmediato logró la cúspide de su trayectoria al coronarse por primera vez en le siguiente torneo.

Estos son los campeones de 1905:
Etchegaray, Lacaud, R. Locke, T.R. Phillips, R.N. Penny (árbitro) y C.V. Hitchins (leisman).
M.S. Turner, C.M. Butlin, E.I. Johnson, Bouchier (capitán), G.D. Gibson y P.M. Bennet.
Y los hermanos Blackmore, Robert y Charles.

Repitió la proeza al año, pero cayó estrepitosamente al último lugar en 1907-1908. La revancha es tomada como una cuestión de honor y el Reforma se apodera del campeonato desde 1908 hasta la temporada 1911-1912. Y es en el heroico año de 1908 cuando un mexicano aparece por primera vez en las filas del Reforma. Jorge de Parada, uno de esos hombres que escribieron la historia y sin embargo el tiempo no se encargó de repetir su nombre.

La organización interna del Reforma fue de vital importancia. El nombramiento de capitán del equipo era un verdadero acto de conciencia y el líder electo debía imponerse con el ejemplo. Troope, Johnson, Bourchier, Butlin, Waters, Patton y Blackmore asumieron el cargo con la responsabilidad debida.

A pesar de que el movimiento revolucionario brotó en México desde 1910, el futbol se siguió practicando en la capital del país. Sólo la primera guerra mundial fue capaz de frenar en seco el juego porque los ingleses del Reforma acudieron al llamado de la patria. El Reforma Athletic Club desapareció del panorama futbolístico mexicano y fue hasta después de que terminó la guerra, cuando se volvió a reorganizar. Muchos de sus hombres no tuvieron suerte. Entregaron la vida en el campo de batalla pero los sobrevivientes, aunque muy pocos, regresaron a México y en 1920, el Reforma Athletic Club volvió a las canchas. Los viejos jugadores como Butlin o como Blackmore, incorporaron a la pujante juventud. El Reforma Athletic Club participó en el Torneo del Centenario, organizado por el presidente Álvaro Obregón para celebrar los primeros 100 años de la consumación de la independencia de México.

Además, el Reforma participó en partidos a beneficio como por ejemplo aquel que jugó contra el Amicale Francaise en el parque España de Reforma, cuyos beneficios se destinaron a la Cruz Roja Francesa. Todo el dinero fue utilizado para repartirlo entre los mutilados de la primera guerra mundial así como para las viudas y los huérfanos de los caídos. Sin embargo, no todo pudo ser como antes. La organización distó mucho de la que tuvo y dejó de jugar en torneos oficiales para hacerlo como un pasatiempo recreativo entre los socios del club.

Tiempo después, en 1948 formaría parte de la columna vertebral de una de las ligas amateurs más importantes del país: la Interclubes. Hoy en día, el Reforma Athletic Club aun guarda ese distintivo británico que lo ha distinguido desde hace más de un siglo.

Mumo Orsi

Raimundo Orsi, quien fuera campeón del mundo con la selección italiana de 1934, fue entrenador del Atlante y bajo su dirección técnica los Potros conquistaron la Copa México en 1950 y 1951. El equipo, aunque no logró campeonar en la liga, desplegó un juego preciso y espectacular. Al menos eso recuerdan, claramente, los atlantistas de antaño. Su brillante carrera como entrenador en México terminó por un desafortunado embrollo. Un exjugador del equipo lo involucró en un asunto de dinero mal habido y fue a parar a las celdas de Lecumberri. Sólo con la ayuda del General José Manuel Núñez pudo salir para volver a su natal Argentina.

Raimundo Orsi nació el 2 de diciembre de 1901 en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, Argentina. Debutó en el fútbol en 1920 en el Club Independiente, de Avellaneda, donde se rodeó de compañeros habilísimos, con los que obtuvo dos campeonatos de Primera División de Argentina, en 1922 y 1926, y tres ediciones de la Copa Competencia (1924, 1925 y 1926). Fue uno de los primeros jugadores que iniciaría el éxodo de grandes futbolistas a Europa, convirtiendo a la Argentina en el país que más y mejores futbolistas dio a clubes de todo el mundo. Así fue como sería contratado posteriormente por la Juventus, de Italia, club con el que obtendría cinco Ligas italianas consecutivas. Después de su destacado paso por el fútbol europeo, retornó a la Argentina en 1935 y se reincorporó a Independiente. En 1936 se unió a Boca Juniors, en 1937 a Platense y en 1938 a Almagro, todos clubes argentinos. Posteriormente jugó en Peñarol, de Uruguay, y en otros equipos extranjeros, donde ya no brilló como en sus mejores épocas.

Vistió la camiseta argentina en varias oportunidades, consiguiendo la Copa América de 1927, y desempeñado un exitoso papel en los Juegos Olímpicos de 1928. Posteriormente se nacionalizó italiano. Jugó para la selección de ese país 35 partidos, convirtiéndose en el futbolista que más encuentros internacionales disputó para el equipo nacional de un país del cual no era nativo. Con la selección italiana obtuvo la Copa del Mundo disputada en ese país en 1934, y dos Copas internacionales (1930 y 1935).

Tras su retiro se desempeñó como entrenador de varios pequeños clubes argentinos, con los que obtuvo nuevos logros. Falleció el 6 de abril de 1986.

Tango en el Centenario



El otro lado del balón

El otro lado del balón es una revista televisiva, transmitida todos los jueves a las 22:00 horas, a través de Estadio TV (Canal 501 de Sky), y que nos cuenta las historias de aquellos que han escrito la historia del futbol mexicano.