Kubala, el extranjero

Gran post el de Dorsal 14. Cuenta que Cuando Kubala estaba por empezar a jugar al futbol, Albert Camus ya había publicado su primera novela llamada “El Extranjero” (1942). En esta historia el protagonista comete un absurdo crimen y a pesar de sentirse inocente, jamás se manifiesta contra su ajusticiamiento y acaba por aburrirse de su propia vida. Recordemos que pronto iniciarían los tiempos de posguerra en donde la carencia de valores y la angustia existencial harían de los humanos seres grises sin pasión ni voluntades. Aquella fue una época de antihéroes que dejaron de buscar la felicidad en la religión o en la  sociedad y que se volcaron al encuentro de sí mismos y luego entonces, sacudieron a aquellos que los miraron haciendo lo que hicieron.

Kubala, futbolista húngaro de padres eslovacos, cometió un absurdo crimen, según los mecanismos, las leyes y la moral de su país de origen, y hasta en la transformada nación de sus padres también fue señalado. En ambas naciones había caído el telón de hierro. Por eso escapó y, aunque terminó exiliado y naturalizado en un país controlado por una dictadura opuesta a las comunistas, se volvió un extranjero que pudo juzgar  y remover los fantasmas de una sociedad angustiada y con una moral carente de sentido.

Laszlo, Ladislav o Ladislau, en húngaro, eslovaco y español significa "señor glorioso" y vaya que lo fue. Banalmente jugó en y para los tres países. Y los tres lo reclaman para sí en sus cuadernillos del pasado. Aunque lo cierto es que este extranjero acabó por tener una sola patria con llanos verdes y límites trazados con cal. Fue un nativo del futbol que se resistió al aburrimiento de la vida y aunque llegó a coincidir en algunos puntos de las premoniciones de Camus, Kubala, a pesar de sus circunstancias, nunca dejó de tener esperanzas en su especie. Por eso llegó a sacudir a todos los que miraron lo que hizo. Por eso tuvieron que construir un nuevo estadio para que lo fueran a ver. Por eso Serrat canta que para él, ninguno como Kubala.

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