De Gotemburgo para Toluca

Desde 1975, durante una semana del verano, Suecia se convierte en el punto de encuentro del futuro del futbol mundial. Miles de muchachas y muchachos, de entre 11 y 18 años, llegan a la ciudad de Gotemburgo para disputar la Copa Gothia.

Todo arranca en lunes, en una ceremonia de inauguración espectacular con cincuenta mil personas abarrotando las gradas del estadio Nuevo Ullevi, el más grande de los países nórdicos. Lo primero es convivir para poder enfrentarse en una competencia formal por categorías. Los equipos no se conocen y la fórmula es jugar como siempre lo hacen, en asociación, en equipo. Esa es la fortaleza. Para esta edición 2011 se inscribieron mil quinientos setenta equipos provenientes de 73 países de todos los puntos del planeta. Durante la semana se celebran más de cuatro mil partidos y se ocupan más de cien campos de juego. Quinientos árbitros son los encargados de aplicar el reglamento.

Según las estadísticas, en la Copa Gothia nace una futura estrella cada año. Adebayor, Andrea Pirlo, Ze Roberto o Xabi Alonso son algunos de los grandes que pasaron por Gotemburgo.

Gotemburgo es una ciudad generosa y hospitalaria, por lo que la fiesta de bienvenida es una tradición inolvidable, así como el parque de diversiones de Liseberg. Cuando se acerca el fin de semana, las finales se van desarrollando una a una. Las manos de los ganadores se unen a las manos del trofeo que sujeta un balón en donde todos coinciden. Nosotros llegamos a ese partido clave.  El Deportivo Toluca, con su equipo sub 15, avanzó con grandes resultados y la Copa Gothia ya está en nuestras vitrinas. Por eso, al regresar a casa, todos, sin excepción, nunca borrarán de sus memorias el día en que ganaron el torneo juvenil más grande del mundo.

Le tocó nacer un martes

Aquel 10 de abril de 1979 cayó en martes. La fecha evoca varios instantes. Fue el mismo día en que un tornado gigante arrasó con Wichita Falls en Texas. Fue el mismo día que murió Nino Rota, el inmortal compositor de la música de El Padrino. Pero también ese mismo día nació la cantautora británica Sophie Ellis Bextor, que hoy suena fuerte en el mundo.

Aquel 10 de abril del 79 inicia la vida del nuevo centro delantero del Toluca. Iván Alonso es uruguayo y al serlo se relaciona por asociación con nuestra lista de recuerdos que siempre inspiran. Salió de su país muy joven y en España se consumó como el futbolista que es. Ha sido jugador del Alavés, del Real Murcia y del Espanyol.

Con el Alavés conformó el Pink Team y llegó hasta la final de la Copa de la UEFA en el 2001. Aquel partido que perdieron contra Liverpool está considerado como uno de los 20 mejores encuentros en la historia del futbol. Ahí, Iván anotó una vez.

Después, en Murcia se volvió leyenda. Fue con los pimentoneros donde el color rojo lo conectó con una grada ansiosa de celebrar. El 26 de noviembre de 2006 anotó el primer gol del Real Murcia en su nuevo estadio y al final de aquella temporada, fue él quien batió las redes cuando los granas ascendieron a primera división.

Con el Espanyol de Barcelona maduró y supo aplicar sus dotes en diversos momentos que se le presentaron.  Aportó espíritu cuando el equipo peleaba por mantener la categoría. También sufrió y afrontó la pérdida de Dani Jarque.  Un mes después, cuando nació la hija de Dani, Alonso clavó el gol del gane contra el Málaga, en una coincidencia mágica que celebró la llegada de la pequeña Martina.

Cargado de vivencias, de sentimientos, de instantes que le han marcado, Iván Alonso está en Toluca con el objetivo muy claro. Continuar escribiendo la historia que comenzó aquel 10 de abril de 1979.

Nuestro futbol llegó del fin de la tierra (1ª Parte)

El 11 de julio es día del minero, un pretexto ideal para viajar en el tiempo y recordar a aquellos que jugaron al balompié por primera vez en México, según la versión oficial de los historiadores. El hecho es que el futbol mexicano, introducido en la región de las minas hidalguenses, tiene orígenes córnicos. Para eso debemos conocer un poco sobre la cultura Cornish traída por los mineros que llegaron, en una fabulosa aventura, desde Cornualles hasta Real del Monte. Les aseguro que así, por lo menos, la escasa historia de los albores de este deporte en nuestro país tomará sentido y nos obligará a seguir hurgando en otras regiones donde se pelea la potestad del juego.

Cornualles (Cornwall en inglés; Kernow en córnico) es el ancestral escenario donde se desarrollaron las leyendas del Rey Arturo. Es el fin de la tierra para los antiguos habitantes de la isla británica. Es territorio de celtas por lo tanto hay misterios, magia, misticismo y rebeldía en su pasado, presente y futuro. Pero también es un ducado de la Corona Británica, por lo que el 2% del territorio le pertenece al efímero príncipe Carlos.

Desde tiempos muy remotos, Cornualles fue la principal fuente de abastecimiento de estaño para las civilizaciones antiguas del Mediterráneo y por eso cargaron con la fama de ser los mayores mineros del mundo. Pero en el fin de la tierra se agotaron los minerales y por eso tuvieron que emigrar. ¿A dónde? Un grupo partió rumbo a Oceanía, otro se dirigió al Cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica) y el resto cruzó el Atlántico para llegar a América. Fue así como llegaron a México y aprovecharon el triunfo de la independencia en 1821 para sumirse en las abandonadas entrañas de los montes, ricas en minerales.

La expedición para traer las fantásticas máquinas mineras a Real del Monte, en particular, fue una de las más grandes epopeyas de la historia mundial de la minería. Se le conoce como “La Gran Marcha del Grupo de Transporte”. El viaje se realizó entre 1825 y 1826. Cuatro barcos – el Melpomene, el General Phipps, el Sarah y el Courier – transportaron a los primeros mineros de la compañía Minera Real del Monte y también cargaron las mil quinientas toneladas de equipo tecnológico  entre las que venían nueve máquinas de balancín Cornish con sus correspondientes calderas.

Zarparon de Falmouth (Aberfal en córnico) pero al llegar al Veracruz les denegaron la entrada. San Juan de Ulúa todavía era una guarnición española. Desembarcaron en la playa de Mocambo y tardaron ocho semanas en la descarga de las máquinas. Ahí mismo murieron 26 emigrantes, que padecieron por las fiebres o en accidentes originados en los trabajos de maniobras. Para los historiadores fue así como el inicio la revolución industrial en Latinoamérica.

Para llegar a Real del Monte fue otra aventura. Tardaron un año en recorrer los 400 kilómetros que había entre las costas del golfo y las minas de plata, situadas a tres mil metros sobre el nivel del mar. Por fin, los primeros llegaron el 1 de mayo de 1826. Sonaron las campanas, tocaron las bandas música. Hubo fiesta. Ese día, el pequeño pueblo empezaría a tomar la forma de las ciudades de Cornualles y por lo tanto, también empezaron a ponerse en prácticas las costumbres de los valientes viajeros.

Los dos amigos que se hicieron viejos, soñando

Esta historia nos remonta en el tiempo algunos años. Cuando dos leyendas del Toluca estaban por rebasar la sexta década de su vida. Menos canas, muchos planes, los dos seguían unidos al futbol pero no en donde querían estar. Soñaban con ser pero a veces la resignación les hacía sonreírle al destino desde sus respectivos negocios. Uno estaba dedicado a los niños y a su restaurante, tras haber dirigido sin poder llegar a mantenerse en la primera división. El otro pasaba los días en su tienda de deportes, a unas cuadras del Nemesio Díez. Ninguno imaginaba lo que les tenía reservado el destino.

Héctor Hugo Eugui y Walter Gassire volvieron al campo de juego y desde la banca reescribieron sus historias juntos. Pero continuemos hurgando en el cajón de sus recuerdos. Los apodos de ambos señalan épocas pasadas. A uno le llamaban el desalmado. “Aquí en México me pusieron el desalmado porque al disparar la pelota no tenía alma para hacerlo”, nos dice Eugui. Al otro le decían el flaco. “Yo era muy flaco y muy alto desde niño”, asegura Gassire.

El desalmado atacaba por izquierda con las virtudes del zurdo natural. Era un jugador rápido, potente y con buen disparo. Y el Flaco guardaba la meta con elegancia.

Eugui nació el 18 de febrero de 1947 en Mercedes, departamento de Soriano,  en Uruguay, la cuna más prolífera de futbolistas en una nación cuya economía depende de la ganadería y de la venta de jugadores. Gassire también es uruguayo, nació el 21 de agosto de 1946.

Primero vino Héctor. Nacho Trelles mandó por él y arribó un seis de enero de 1972. Walter llegó en junio de 1974, lo trajo José Ricardo de León, el hombre que tenía una máxima: el asunto es ganar. Juntos formaron el Cangrejo Rojo, tal vez el proyecto de futbol total más incomprendido en la historia del futbol mexicano. Y fueron campeones en 1975 para sorpresa de muchos. Después tomaron caminos distintos. Eugui se fue a los Tigres, donde jugó otra final contra Cruz Azul, en un dramático partido que perdieron en el Azteca. Eso marcó su adiós del futbol, a los 33 años. Gassire sufrió una terrible cirugía para extirparle un tumor cerebral que parecía el final de todo. Aquí en Toluca nunca se le dejó solo y se recuperó para seguir volando. Después defendió al Atletas Campesinos y al Tampico Madero, en donde se retiró a los 36 años.

Amigos desde siempre, muy pocos conocían su gran plan. Sólo ellos sabían que la gran oportunidad les llegaría. Hicieron de todo y hasta fueron comentaristas deportivos hasta que a Héctor lo llamaron de Tigres para ser directivo. Luego se abrió el hueco en Indios y hasta la frontera fueron a dar. Pasaron días muy duros, en una ciudad violenta, con la gente muchas veces en contra, pero lo hicieron, ambos con las cabelleras ya blancas. Agradecieron con fervor el día en que se salvaron, y lloraron el día que calificaron a la liguilla, derrotando al campeón vigente: los Diablos Rojos del Toluca. Y así disfrutaron el pase a semifinales en el mismo lugar donde 34 años atrás gozaron el privilegio de ser campeones.

Desde ese día, la dupla nunca dejó de tener un sueño compartido. Dirigir a su equipo y volver a sentir que el color rojo se les confunde con la sangre. Así ha sido la historia de dos viejos camaradas que dejaron su tierra para encontrar en México la razón de sus destinos que hoy los ha alcanzado.