El ciudadano ilustre de Luque


Él viene desde Luque, aquella célebre ciudad paraguaya de la música, de la filigrana, la orfebrería y el futbol. Cuna de Chilavert, de Romerito y de Raúl Vicente Amarilla. Sede de la Conmebol. Hogar de apasionados ciudadanos que le elevan el rango hasta el grado de República y que trabajan la plata y el oro con destreza. De ahí viene Aureliano, quien no podía llamarse de otra forma en una tierra donde lo dorado brilla por naturaleza.

Aureliano Torres es zurdo. Trabaja por izquierda. Defiende y ataca con discreción y poseé la virtud de aquellos que se atreven a disparar de lejos. Para poder ser lo que es, tuvo que sobrevivir a las carencias desde que el día en que nació. El horno de pan le recuerda el sacrificio del que madruga porque su padre se lo llevaba temprano a trabajar mientras soñaba despierto con el balón. Su vida, hasta ahora, se divide en un antes y un después de San Lorenzo de Almagro. Antes -jugó en su país, en Japón y en España-, la mala suerte lo orilló hasta el punto del retiro. Después, en el 2007, con “El Ciclón” aprendió lo necesario para ser campeón y realizó una jugada que quedó marcada de por vida en aquellos que la pudieron ver. Fue un disparo fulminante contra Boca en el Nuevo Gasómetro que le dio la victoria a los Cuervos en el Clausura 2011.

Con la albirroja tuvo un gran capítulo de gloria cuando fue medallista olímpico en Atenas 2004. El Tata Martino le convocó para la copa del Mundo de Sudáfrica 2010 y recientemente formó parte de esa muralla defensiva que puso en predicamento al futbol del continente durante toda la Copa América. 

Aureliano ha pisado ya el césped del Nemesio Diez y en su compromiso está el cumplir. Sea bienvenido entonces el ciudadano ilustre de la ciudad de Luque, tierra en donde es obligado escribirse su propia historia. 

Caja de bombones al pie del cerro del elefante

Estoy cumpliendo 57 años.  Aquel día, 8 de agosto de 1954, cayó en domingo, hoy cae en lunes. Enrique Sesma, a quien le decían el Loco, marcó el primer gol rojo, pero esa vez perdimos con un equipo de un país que ya no existe. Desde entonces soy el estadio del Deportivo Toluca, llamado Nemesio Diez en honor al más grande de nuestros benefactores.
Dicen que tengo forma de bombonera, aunque desde hace mucho tiempo los bombones se venden en bolsas. Pero también dicen que aquel cerro de atrás tiene forma de elefante.
Soy el estadio que más veces ha visto a su equipo coronarse. Nueve de nuestros diez trofeos se han levantado aquí.

En la portería poniente de mi campo se han vivido dramáticas series de tiros penales para definir al campeón. Este marco despide al sol en su recorrido pues la cancha es la única del futbol mexicano que está ubicada de este a oeste, y a una altitud de 2663 metros sobre el nivel del mar. Pero esperen un momento, también fui sede en dos Copas del Mundo. Una en 1970 y la otra en 1986.

Dicen que a los 57 años uno ya no es tan joven, pero tampoco tan viejo. Hoy es lunes, aquella vez fue domingo, pero parece que fue ayer.