Caja de bombones al pie del cerro del elefante

Estoy cumpliendo 57 años.  Aquel día, 8 de agosto de 1954, cayó en domingo, hoy cae en lunes. Enrique Sesma, a quien le decían el Loco, marcó el primer gol rojo, pero esa vez perdimos con un equipo de un país que ya no existe. Desde entonces soy el estadio del Deportivo Toluca, llamado Nemesio Diez en honor al más grande de nuestros benefactores.
Dicen que tengo forma de bombonera, aunque desde hace mucho tiempo los bombones se venden en bolsas. Pero también dicen que aquel cerro de atrás tiene forma de elefante.
Soy el estadio que más veces ha visto a su equipo coronarse. Nueve de nuestros diez trofeos se han levantado aquí.

En la portería poniente de mi campo se han vivido dramáticas series de tiros penales para definir al campeón. Este marco despide al sol en su recorrido pues la cancha es la única del futbol mexicano que está ubicada de este a oeste, y a una altitud de 2663 metros sobre el nivel del mar. Pero esperen un momento, también fui sede en dos Copas del Mundo. Una en 1970 y la otra en 1986.

Dicen que a los 57 años uno ya no es tan joven, pero tampoco tan viejo. Hoy es lunes, aquella vez fue domingo, pero parece que fue ayer.

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