Los once tipos movibles del Gutenberg

Por asociación, amarremos la historia y el futbol, con sus personajes y hechos. Los últimos días de febrero nos marcan una posible efemérides del año 1454 o 1455. Por aquella fecha, señalan algunas fuentes, Johannes Gutenberg terminó de imprimir su Biblia de 42 líneas, el primer best seller elaborado sin las manos de un copista de signos, labor encomendada a los monjes, que no necesariamente sabían leer ni escribir. Pasaron cuatrocientos años para que Mangucia levantara una estatua en honor a Gutenberg. Porque fue en esa ciudad alemana en donde nació el personaje e inventó su imprenta de tipos movibles. Y fue hasta 1911 cuando el futbol se manifestó en un romántico homenaje al célebre inventor, que acabó su vida, arruinado por las deudas que contrajo para poder hacer funcionar su herramienta.

El 1 de septiembre de 1911, cuenta la historia oficial de un antiguo club, “un núcleo de vecinos de la Plaza España (ciudad de La Plata, Argentina), que constituían por ese entonces el equipo de fútbol “Once Argentino”, decidió fundar el Club Gutenberg; se adopta esa denominación como homenaje al inventor de la imprenta y en razón de que la mayoría de los componentes de la nueva entidad estaban vinculados a las artes gráficas”. Sin duda que los equipos de futbol acaban por representar a un grupo de individuos que son vecinos, en primera instancia, pero luego el espectro se divide en similitudes, entre las que sobresalen las de gremio. Los impresores y los artistas gráficos de La Plata tomaron, hace 101 años, el estandarte del hombre que hizo posible la herramienta con la que trabajaban todos los días y Gutenberg terminó ldándole nombre a un club imprimió su historia a través de ese juego de once tipos movibles que disputan el balón.

La historia futbolera del Gutenberg arrancó con su participación en los torneos regionales en 1923. Para el año siguiente salieron campeones y defendieron el cetro por tres años consecutivos. Así mismo, levantaron  la copa de la Liga Amateur Platense en los años 1925 y 1926.  Gracias a esta supremacía, la Asociación del Fútbol Argentino los llevó a jugar en la segunda división.

El año de 1933 nunca ha sido olvidado. Casi ya no quedan testigos de aquella proeza. El Gutenberg había conquistado el título de la segunda división y el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino, con el derecho implícito de enfrentar a Boca, Independiente, Racing, Estudiantes. Pero es aquí donde entran las fugaces casualidades, karmas o coincidencias históricas. Así como a Johannes Gutenberg le asfixiaron las deudas con sus acreedores para echar a andar su imprenta de tipos movibles, el equipo de futbol de los impresores platenses no pudo solventar los gastos que significaban jugar contra los grandes y ni siquiera hicieron uso del lugar que les correspondía.

El Gutenberg siguió jugando por la inercia. Pero la desilusión hizo mella. En 1956, otro deporte pasó a ser el preferido de los impresores y los artistas gráficos: la pelota-paleta, disciplina de donde han salido grandes campeones. Fue en los sesentas cuando el club tuvo su mayor convocatoria y ya sin el futbol. llegaron a formar una comunidad cercana a los mil quinientos afiliados, de todas las edades.

En tiempos de la última dictadura en argentina (setentas y parte de los ochentas), el club solo desarrollaba bailes populares, siendo la causa del alejamiento del deporte y de muchos de sus miembros. En épocas de democracia y a partir del nuevo siglo, el club comenzó a hacer serios esfuerzos para retomar su actividad social y deportiva.

Este viejo club barrial de la calle calle 65 Nº 473, que sigue practicando el futbol y la pelota-paleta,  ha rebasado el siglo de vida. Ahora cuenta con 300 socios afiliados que pagan alrededor de cuatro dólares al mes. Casi todos son hijos de los hijos de aquellos fundadores. Es decir, abuelos, padres e hijos. Hay muy pocos jóvenes, los nietos ni siquiera se asoman. Sin embargo, entre sus entusiastas socios, se ha formado un grupo que busca rescatar la tradición. La Resistencia Gutenberg lucha cada día para mantener la causa. No es fácil solventar los gastos. Alquilan el salón de fiestas, administran el restaurante, y han echado a andar una escuelita de futbol y de  patinaje artístico para que los niños se vuelvan a acercar.

Mientras tanto, los recuerdos se tornan nostálgicos y los trofeos se empolvan en las vitrinas. Esta historia centenaria fue forjada por hombres y mujeres que trascendieron sus propias vidas. Esa es el alma del Gutenberg, que, sin duda, emociona sin límites y estruja al corazón de alegría y agradecimiento.

2 comentarios:

TUTO dijo...

Muy buen blog, me gusta muchísimo los temas que tratas, son interesantes.

Ya soy seguidor y me gustaría que tu también lo fueras del mio en un futuro cercano.

Enrique Ballesteros dijo...

Muchas gracias, ya estamos conectados. Un abrazo.