El rostro profundo de Sepp


En el rostro de Josef Herberger (28 de marzo de 1897, Mannheim, Alemania) quedaron grabadas las emociones que experimentó el legendario entrenador alemán, artífice del Milagro de Berna,  quien llevó a la selección teutona a conquistar la Copa del Mundo de la FIFA 1954. Ese rostro fue el rostro que él mismo mereció tras vivir lo que le tocó vivir.

Hace unos meses cursé el Taller de Comunicación Facial 1: significado de facciones, con la experta mexicana, Renata Roa (www.renataroa.com). Tomando como guía lo aprendido, y aprovechando la fecha de cumpleaños de Sepp, me atreví a analizarle rostro.

Paul Ekman, psicólogo pionero en el estudio de las emociones, las ha clasificado de la siguiente forma:
  •  Diversión.
  • Desprecio o desdén.
  •  Complacencia o contento.
  • Bochorno.
  • Entusiasmo o excitación.
  • Culpa.
  • Orgullo.
  • Alivio.
  • Satisfacción.
  • Placer sensorial.
  • Vergüenza.
  • Ira o rabia.
  • Repugnancia o asco.
  • Miedo o temor.
  • Felicidad.
  • Sorpresa.
  • Tristeza.

Todas esas emociones accionan las microexpresiones del rostro y trazan un mapa de vida que nos dice que Herberger fue un hombre con mucha energía. Supo recabar información cuidadosamente. Analizaba y se tomaba el tiempo necesario para decidir. Siempre fue independiente. Sabedor de que tenía una misión importante. Seguramente coleccionaba algo simbólico. Y hacía oídos sordos a lo que no quería escuchar.
A Sepp no le gustaba que le dijeran qué hacer y era un hombre que contenía su propia ira. Las líneas que cruzan su frente indican capacidades mentales expandidas. Reflejan una vida dura en el periodo de sus años veinte. Sin duda que se volvió una persona brillante y aprendió casi la totalidad de sus lecciones de vida.
Amaba las cosas simples y se concentraba en un solo proyecto a la vez.
Tenía intensos estallidos de energía. Detestaba trabajar con gente lenta. Fue intolerante. Tenía la fuerza necesaria para dar órdenes pero no para aplicar consecuencias.
Era un tipo analítico. Sus padres lo forjaron con mucha exigencia. Se resistía siempre en caer en el placer personal. Era muy enfocado en lo suyo. Muy práctico pero no veía el todo. Aislaba su proyecto de vida y se concentraba en desarrollarlo.
Hasta cierto punto fue pesimista. Por eso podía detenerse en los detalles y se preparaba para lo peor. Aplicaba procedimientos sistemáticos y consecutivos. Tuvo estándares altos. Seguía las reglas sin salirse del camino.
También fue una persona emocionalmente generosa. Pero guardaba sus propios sentimientos. Sabía convencer a los demás sobre sus puntos de vista. Introvertido, reservado y precavido. Perseverante, casi terco. Competitivo y con un gran poder físico. Obsesivo con sus ideas. Intenso para lograr lo que se propuso. Nunca se detuvo por nada ni por nadie. Muy leal. Con deseos de dominar, comprometido con sus ideales. De juicios rígidos. El “deber ser” era muy importante para él. Sarcástico. Enojón. Exacto. Cargaba con demasiadas responsabilidades ajenas.
Tuvo grandes tristezas y decepciones. Lloró sus pérdidas. Tuvo que aprender a quererse. Pero logró disfrutar de mucha felicidad y sonrisas. Vivió la vida desde una perspectiva grande.

Hasta aquí la lectura del rostro de Sepp. Sin interpretar ni cruzar los detalles de una biografía relatora de la historia de un hombre que tuvo que servir a los intereses nazis, y que, gracias a su proyecto personal de vida, trascendió las atrocidades del loco que lo gobernó, ensimismado en su futbol milagroso que brindó esperanza a una nación experta en reconstruirse pronto.

No hay comentarios: