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Estar en el estadio Azteca es estar en suelo americanista. Un suelo sagrado para muchos, y maldito para otros tantos. Aquí, en el Distrito Federal, reside la identidad de uno de los equipos venerados a nivel nacional. Y que mediante el futbol, define parte de la diversidad cultural del país. Hablar del América es hablar de los albores del futbol mexicano. De aquellos tiempos en los que un adolescente de 14 años, conocido como Récord, formó una escuadra, en plenos tiempos revolucionarios, que forjó su propia historia y que se transmitió de voz en voz, principalmente en las colonias clase medieras de la ciudad de México. Fue un trabuco en los años 20 y una pena en los cuarentas. Un equipo pobre, mantenido por los padres de algunos de sus jugadores, al que seguían los estudiantes. Hasta Cantinflas tuvo que rescatarlo de la quiebra, utilizando más su gran fama que los fondos de sus cuentas bancarias. Después llegaron algunos mecenas menores. Pero esa historia, que ha sido omitida en el discurso, dista mucho de ser el factor que identifica hoy, en el imaginario popular, al equipo más rico del continente que lleva su nombre.

Miguel Lara, académico y miembro de la Red de Investigadores del Deporte, asegura que “el discurso de identidad del América se olvidó de su historia para pasar al discurso mediático. La construcción de la identidad americanista se ha construido en los últimos 30 ó 35 años por los medios, y no se ha construido, realmente, por una identidad del equipo”.

Por su parte, el antropólogo Roger Magazine, asegura que irle al América es como asociarse con Televisa. “Si pensamos que el América es el equipo de los ricos, no quiere decir explícitamente eso. Pero sí es gente que busca asociarse con la gente de poder en el país y el modelo es un modelo del futuro, que está proponiendo la gente en el país”.

América representa una de las grandes visiones del entorno cultural del país. Las encuestas anuales de Consulta Mitofsky arrojan datos contundentes. América se disputa la mayor parte de los aficionados con el Guadalajara y se consolida como el equipo que más rechazo genera. Cuatro de cada 10 fanáticos, odian al América.

Para Samuel Martínez, comunicólogo y académico de la Universidad Iberoamericana, “parte del odio al América, o el rechazo al América, es el rechazo al centralismo, el rechazo al caciquismo, el rechazo a la concentración de la riqueza. En el América hay una identificación con el poder político y ahí está, en un país como este, la arrogancia, el nepotismo, la corrupción”.

Es parte de la leyenda americanista aquel capítulo en donde Emilio Azcárraga Milmo decidió convertir al equipo en el antagonista del mexicanísimo Guadalajara. El América tomó el papel de villano y adoptó ese rol social. Desde la visión de un psicólogo, el maestro Hans Oleg Olvera dice que “el América opta por ese rol social. No es que sean villanos. En muchos partidos, sobre todo en el clásico. Hay que darle una lección al equipo que contrata extranjeros, hay que derrotar al equipo, y el aficionado americanista ha optado por esta psicología inversa donde dice cuanto más me odies más poderoso me hago”.

La afición del América arrastra a todas las clases sociales y genera una contradicción entre el discurso que manifiesta sus rasgos de identidad y que sus más fieles seguidores pertenecen a las clases populares. Samuel Martínez sintetiza la idea: “Decía un amigo por ahí que la gente que le va al América, le va al América porque aspira tener, lo que no ha podido tener y lo quiere tener a través de irle al América”. Hans Olvera complementa: “El América es también pasión porque ha impactado en todos los sectores sociales a pesar de que un sector considera que hay un grupo poderoso detrás de él”.

Evidentemente la identidad mediática del América ha sido confirmada por sus éxitos deportivos y por sus héroes. En especial uno de ellos, quien desempeñó un papel fundamental en el equilibrio de esta contradictoria identidad. Miguel Angel Lara se enfoca en lo que Cuauhtémoc Blanco significa en este contexto. “La figura de Cuauhtémoc Blanco podría equilibrar lo que es justamente la identidad americanista. Me explico, una figura completamente de barrio jugando en el equipo más rico del continente americano. Con un equipo lleno de recursos y sin embargo Cuauhtémoc Blanco se identifica mucho con este aspecto barrial. Blanco es simpático para los ricos y es un ídolo para los pobres. Es una figura, que además, los dueños ni se imaginan el valor que pudiera tener en el aspecto social”.

El Americanismo ha roto el esquema de ciudades en el que está organizado el país. Es un equipo con identidad nacional y su propio escudo así lo manifiesta. El maestro Olvera dice que “el aspecto simbólico. El Club América que nosotros observamos de amarillo, observamos al continente y a nuestro país ahí colocado. Esto genera una percepción que va más allá de que el América sea localista, tiene una afición impresionante”.

Por lo pronto, el futbol es un reflejo de esta sociedad y es una válvula de escape que regula la armonía de la región, por lo menos durante 90 minutos.